Colombia se ha destacado por producir peloteros del calibre de Edgar Rentería, Orlando Cabrera, Giovanni Urshela, entre otros. Estos jugadores alcanzaron la cima del béisbol organizado y mantuvieron esa posición durante toda su carrera, logrando grandes gestas y números destacados en su desempeño.
Por Yomar Edna
Si bien en los últimos 15 años ha habido un notable aumento en las firmas de peloteros colombianos por parte de las organizaciones de las Grandes Ligas, no todos logran llegar al gran espectáculo. Se sabe que es un camino difícil, con numerosos prospectos luchando por un mismo objetivo, y es posible que algunos se queden en el camino o ni siquiera lleguen a dar ese paso.
Una de las grandes falencias en el sistema radica en la preparación de los jóvenes que aspiran a conseguir ese anhelado contrato. Muchos llegan a una edad muy temprana, 16 años, donde la madurez aún es insuficiente para asumir una gran responsabilidad. Además, al recibir grandes sumas de dinero, carecen del autocontrol necesario y terminan cayendo en la indisciplina, lo cual es la antítesis de ser un deportista integral. Antes de formar beisbolistas, es crucial formar personas; inculcar buenos hábitos, valores y el amor por el trabajo son piezas clave para ser un deportista completo en todos los aspectos.
En nuestro béisbol se han presenciado muchos casos de jóvenes promesas que, con el tiempo, desaparecen. No logran la madurez suficiente para mantener un alto nivel competitivo y terminan desvaneciéndose, a pesar de haber sido considerados grandes talentos. Algunos jugadores, después de ser cesados por sus organizaciones, encuentran su lugar en ligas independientes, donde demuestran su valía con buenas actuaciones. Curiosamente, es ahí, con una edad más avanzada, cuando se nota la madurez que el béisbol demanda para consolidarse.
La gran pregunta es: ¿Cuál es la solución?
Sería necesario revisar las bases estructurales para el desarrollo de los peloteros y establecer un camino claro en lo deportivo, educativo y mental, para no perder ese gran potencial que tiene nuestro beisbol. Una de las falencias es la poca o casi nula competencia después de los 14 años, ni que decir de los 16 años y hasta en juvenil se ha perdido el entusiasmo nacional por la participación en estás categorías. Vale la pena intensificar los torneos de desarrollo a nivel de clubes, la imperiosa Liga de Verano y por supuesto de selecciones departamentales que mantengan concentrados a nuestros prospectos.