El Chelsea dio un auténtico golpe sobre la mesa y se coronó campeón del Mundial de Clubes tras aplastar a un PSG que nunca encontró respuestas. Con un despliegue físico imponente, solidaridad táctica y un Cole Palmer intratable, los ‘Blues’ sentenciaron la final en una primera parte demoledora.
Palmer abrió la lata con dos goles casi idénticos y, como si fuera poco, se inventó una asistencia brillante para que João Pedro liquidara la historia. El PSG, que apostó por dominar la posesión tanto en campo propio como rival, nunca logró ser profundo ni inquietar realmente la portería londinense. Para colmo, acabaron con diez tras la expulsión de João Neves en el tramo final.
Se suele decir que las finales no se juegan, se ganan. Y así lo entendió un Chelsea que supo combinar jerarquía, pegada y un hambre voraz. Dos clubes con plantillas galácticas y músculo financiero de sobra, capaces de fichar cracks sin mirar el precio, protagonizaron un duelo de estrellas que terminó teñido de azul.
El PSG prometía más, pero se topó con un Cole Palmer imparable: en apenas media hora ya firmaba doblete. En el segundo gol, recibió por derecha, amagó hasta abrir el hueco y clavó un zurdazo colocado para el 2-0. No contento, filtró un pase quirúrgico para João Pedro, que justificó los 62 millones invertidos superando a Donnarumma con un toque sutil para cerrar el 3-0 definitivo.
Chelsea manda, Cole Palmer brilla y el PSG se vuelve a París sin corona.