Se sumó un punto que pudieron ser tres, pero la desatención al final cobró factura Uruguaya. El cartagenero Wilmar Barrios fue muy criticado y Jorge Carrascal no estuvo en la precisa cuando ingresó. Colombia es tercero en las Eliminatorias. Este martes 17 vuelven a la cancha en Quito.
No entiendo por qué en nuestro país cada situación la sometemos al escarnio de la polarización buscando culpables individuales, y sucede muy a menudo en el deporte, principalmente en el tema de la selección Colombiana de fútbol, cuando lo sucedido el pasado jueves en el estadio Metropolitano de Barranquilla, fue un gran espectáculo brindado por ambos conjuntos: Colombia y Uruguay, digno de dos buenos equipos, dónde no caben máculas individuales, sino asumir un error colectivo, que permitió escapar a lo último lo que pudo ser una gran fiesta para la cafetera, y terminó en tablas con sabor agridulce para el anfitrión.
Hemos escuchado señalamientos de culpabilidades en la prensa especializada del país, que la defensa, que los atacantes y hasta algunos intentan “macartizar” al volante cartagenero Wilmar Barrios, y aquí no se quiere defender a un coterraneo, sino para que pensemos más allá del balón, en el albur y circunstancias fortuitas que también hace parte del deporte.
Si bien es cierto Barrios no tuvo el mejor de los partidos, en el primer tiempo se equivocó 2 veces (sin pecado mortal) y lo quieren crucifar; en el segundo tiempo fue equilibrado en la primera línea de volantes, haciendo el trabajo sucio, quitando y tratando de organizar la estructura defensiva y hasta la salida, pero algunos comentaristas desechan lo bueno para reiterar en lo malo.
El empate de Uruguay 2-2 se produjo por un desatino, una desatención colectiva, cómo de aprendices, que no protegieron el balón cuando faltaban escasos minutos para concluir el juego y había que estar alertas todos y matarse hasta el último segundo por esos 3 puntos. En una espabilada se fue el elixir de la victoria.
Barrios comete la falta técnica antes de la mitad de la cancha. Le da el balón a Fabra que en vez de alejarlo del rival se lo entrega en los pies al cobrador Darwin Nuñez, que ejecuta rápido y tan buena suerte uruguaya que el balón llega preciso al atacante y se conjugó la mala hora colombiana con la salida a destiempo de Camilo Vargas, que se fue sobre la humanidad del atacante para decretarse la pena máxima, bien cobrada por Nuñez y el sin sabor colombiano.
Más fueron las buenas acciones para rescatar de la tricolor, que los pecados cometidos. Varias opciones de Colombia (sobre todo en el segundo tiempo) que no entraron, varias tapadas maravillosas de Camilo Vargas cuando asechó Uruguay, la recuperación del nivel de James Rodríguez y su gol, el regreso acoplado de Santiago Arias. Hay es que no dormirse más sino concentrados hasta el pitazo final, porque sino te la cobran como lo hizo Uruguay.
Para concluir Colombia empató con un gran rival que también mostró argumentos en el bello césped del Metropolitano. El empate suma en la tercera jornada de estas Eliminatorias al Mundial Norteamérica 2026 que apenas comeinzan, no es para rasgarse las vestiduras, sino ir construyendo equipo de la mano de Néstor Lorenzo, que a propósito es todo un señor en el manejo con la prensa.
Se viene la cuarta salida ante un rival directo que va abriendo caminos con fuerza y es Ecuador, un partido que se ha vuelto de ribetes clásicos, en el segundo piso “térmico” del balompie Suramericano, porque la tengo clara, en el primer piso están Brasil, Argentina y Uruguay.
Hoy Colombia es tercero de la tabla Eliminatorias Suramericanas (5 puntos) donde clasificarán directo al Mundial los 6 primeros y un repechaje.
A jugar este martes 17 de octubre, en la altura de Quito, con la mejor actitud, orden e inteligencia ante los ágiles Ecuatorianos. No es al choque, sino al buen manejo y control del esférico para poder sumar y volver a sonreír.