En la antesala del duelo entre Venezuela y Argentina por la jornada 17 de las Eliminatorias Sudamericanas rumbo al Mundial 2026, el seleccionador vinotinto Fernando Batista ofreció una conferencia de prensa cargada de convicción, identidad y compromiso. Desde Buenos Aires, el técnico dejó una frase que ya resuena en todo el continente: “Mi camiseta y mi cabeza están en Venezuela. Cuando termine el partido volveré a ser argentino, pero mañana quiero ganar.”
La declaración, pronunciada con firmeza y emoción, refleja el profundo vínculo que Batista ha construido con la selección venezolana, a pesar de enfrentar a su país natal en un partido decisivo. No se trata solo de táctica o resultados: es una postura ética, simbólica y emocional que reafirma su entrega total al proyecto vinotinto.
Batista, nacido en Buenos Aires y formado en la cultura futbolera argentina, asumió el cargo de seleccionador de Venezuela en 2023. Desde entonces, ha liderado una transformación silenciosa pero firme, apostando por una generación joven, táctica y resiliente. Su frase no solo marca distancia con el sentimentalismo que rodea el partido posible despedida de Lionel Messi en Eliminatorias sino que posiciona a Venezuela como protagonista de su propia historia.
“Cuando termine el partido volveré a ser argentino” es una forma de reconocer sus raíces, pero también de dejar claro que, durante los 90 minutos, su lealtad está con la camiseta vinotinto. “Mañana quiero ganar” no es una provocación: es una declaración de propósito.
Argentina llega al partido como líder absoluto, ya clasificada al Mundial 2026 y con el primer lugar asegurado. Venezuela, en cambio, ocupa el séptimo puesto con 18 puntos, y aún sueña con alcanzar el repechaje o incluso la clasificación directa. Para lograrlo, necesita sumar ante Argentina y definir su destino en la última jornada frente a Colombia en Maturín.
Batista lo sabe: “No vinimos a una fiesta, vinimos a jugar algo importante”, dijo también en la rueda de prensa, refiriéndose al ambiente festivo por la posible despedida de Messi. Su enfoque es claro: respeto por el rival, pero concentración total en el objetivo.
La frase de Batista no es solo una declaración personal: es el reflejo de un proyecto que quiere trascender. Venezuela tiene 180 minutos para cambiar su historia, y su técnico lo tiene claro: la camiseta que defiende hoy no es la que lo vio nacer, sino la que lo eligió para hacer historia.