El fútbol colombiano vive su recta final del año con emociones divididas. Mientras unos equipos pelean por entrar a los cuadrangulares, otros hacen cuentas para evitar el temido descenso. En esa batalla, Envigado Fútbol Club se encuentra en una situación crítica: a falta de seis fechas para que culmine la fase de todos contra todos, el equipo antioqueño aparece hundido en la tabla del promedio. Sin embargo, aún no ha descendido matemáticamente, gracias a los márgenes que deja el reglamento de la Dimayor.
La tabla del promedio 2025 muestra una fotografía contundente:
19.º Envigado F.C. – 112 partidos jugados, 93 puntos, promedio 0,83.
20.º Unión Magdalena – 34 partidos jugados, 26 puntos, promedio 0,76.
Ambos ocupan la zona roja del descenso directo, seguidos de cerca por Boyacá Chicó (0,90), que respira con lo justo.
Los números de Envigado reflejan una caída progresiva. En los últimos tres años, el conjunto naranja no logró estabilizar su rendimiento. Las campañas irregulares de 2023 y 2024 lo condenaron a depender de un milagro estadístico en 2025, que no llegó.
Ficha técnica de Envigado en el promedio 2025:
– PJ: 112
– Puntos: 93
– GF: 91
– GC: 117
– Diferencia de gol: -26
– Promedio: 0,83
Con esos números, ni siquiera ganando todos los partidos restantes podría superar a Boyacá Chicó. Aun así, el descenso no se puede declarar oficialmente, debido a una salvedad del reglamento que beneficia por ahora a Unión Magdalena. A diferencia de muchas ligas del mundo, donde los dos peores equipos de la tabla anual pierden la categoría, en Colombia el descenso se determina mediante un sistema de promedios. Este método busca medir la regularidad de los equipos a lo largo de las últimas tres temporadas (seis torneos cortos).
Fórmula del promedio:
– Promedio = Puntos obtenidos ÷ Partidos jugados
De esta manera, se evita que un club descienda por una mala campaña aislada. Sin embargo, el sistema ha generado críticas por “congelar” los errores del pasado y dificultar la recuperación de los equipos pequeños. Solo se tienen en cuenta los puntos obtenidos en la fase todos contra todos, y no en los cuadrangulares ni en otras fases finales.
El reglamento tiene un matiz clave: los equipos recién ascendidos empiezan de cero en el cálculo del promedio. Es decir, solo cuentan los puntos obtenidos desde su regreso a la Primera División. Por eso, Unión Magdalena, que ascendió recientemente, divide sus puntos por una cantidad mucho menor de partidos: 26 unidades en 34 juegos, lo que le da un promedio de 0,76.
Esa diferencia cambia por completo la ecuación:
– Si el Unión gana, su promedio sube más rápido, ya que divide entre pocos partidos.
– Pero si entra en una racha sin triunfos, su promedio cae con la misma velocidad.
En consecuencia, aunque Envigado tiene peores números globales, matemáticamente aún puede salvarse si el Unión cae en una seguidilla negativa en las últimas jornadas.
El posible descenso de Envigado no es solo un tema de estadísticas. Representa también una paradoja dentro del fútbol colombiano: un club que ha sido ejemplo de formación y exportación de talento, pero que no logra sostenerse en la élite.
Durante más de dos décadas, el equipo antioqueño ha sido cuna de algunos de los futbolistas más importantes del país:
James Rodríguez, Dorlan Pabón, Giovanni Moreno, Mateus Uribe, Jhon Córdoba, entre muchos otros, iniciaron su carrera profesional en sus divisiones menores.
Sin embargo, esa filosofía de cantera basada en procesos juveniles y nóminas austeras también tiene un costo. Sin fichajes de peso y con plantillas muy jóvenes, Envigado ha tenido dificultades para competir contra clubes con mayores recursos y experiencia.
La consecuencia: un lento descenso en el rendimiento acumulado que ahora lo tiene al borde del abismo.
¿Qué pasa si hay empate en el promedio?
Si dos equipos terminan con el mismo promedio al final del campeonato, el reglamento de la Dimayor establece los siguientes criterios de desempate:
– Mayor diferencia de gol.
– Mayor número de goles a favor.
– Mayor número de goles a favor como visitante.
– Sorteo (si persiste la igualdad).
De esta forma, el sistema busca una definición objetiva antes de recurrir al azar.
El sistema de promedios, implementado en Colombia desde 2002, nació con la intención de dar estabilidad y premiar la regularidad. Sin embargo, dos décadas después, es uno de los temas más cuestionados del fútbol nacional.
Sus críticos sostienen que protege a los equipos grandes y castiga a los pequeños, pues estos tienen menos margen para recuperarse de un mal torneo.
Otros defienden su continuidad, argumentando que evita decisiones apresuradas y da valor a los proyectos a largo plazo.
Lo cierto es que, con el caso de Envigado sobre la mesa, el debate volverá a encenderse: ¿debe mantenerse el promedio o volver al descenso directo anual?
Envigado todavía respira, aunque con dificultad. Las matemáticas no lo han sentenciado, pero la lógica futbolística le juega en contra.
Su proyecto formativo, admirado dentro y fuera del país, enfrenta el reto de reinventarse desde la B o de protagonizar una remontada histórica.
Por ahora, las seis fechas restantes no solo definirán el futuro del club naranja, sino que también pondrán a prueba un sistema de competencia que, año tras año, vuelve a dividir opiniones.