Por: Gabydeportes
Otra vez Argentina. Otra vez Colombia eliminada. Otra vez la sensación de que el talento no basta. La derrota de la selección Sub-20 en semifinales del Mundial 2025 no es solo un resultado deportivo: es un espejo incómodo que nos obliga a mirar hacia adentro. Porque el problema no es solo que Argentina nos gane. El problema es que Colombia sigue sin construir una estructura que le permita competir de tú a tú, desde la base.
Sí, tenemos talento. Jugadores con técnica, velocidad, creatividad. Pero seguimos improvisando. El fútbol base colombiano es un terreno desigual, fragmentado, sin una política nacional clara que articule formación, competencia y proyección. Mientras Argentina pule a sus futbolistas desde los 10 años en ligas juveniles con exigencia táctica y emocional, en Colombia muchos talentos se pierden entre torneos mal organizados, entrenadores sin formación pedagógica y clubes que priorizan resultados sobre procesos.
La diferencia no está solo en los goles. Está en cómo se entrena, cómo se piensa el juego, cómo se acompaña al jugador fuera de la cancha. Argentina no solo forma futbolistas: forma competidores. Colombia, en cambio, sigue atrapada en el mito del jugador “natural”, como si el talento por sí solo pudiera sostener una carrera internacional.
Y cuando llega el partido decisivo, se nota. Se nota en la gestión de los tiempos, en la lectura táctica, en la capacidad de sostener la presión. Se nota en cómo Argentina juega con convicción, mientras Colombia duda. No porque no quiera ganar, sino porque no ha sido entrenada para hacerlo en escenarios de máxima exigencia.
Además, hay una narrativa que nos pesa. “Argentina es nuestro karma”, dicen algunos. “Siempre nos falta algo”, repiten otros. Esa narrativa se instala en los medios, en los hinchas, en los propios jugadores. Y cuando el partido está 0-0, ese relato condiciona. Porque el miedo a perder pesa más que el deseo de ganar.
Pero no todo está perdido. Hay proyectos regionales que están haciendo las cosas bien. Hay entrenadores que entienden que formar no es solo enseñar a patear un balón. Hay clubes que apuestan por procesos largos, por acompañamiento emocional, por pedagogía deportiva. Lo que falta es voluntad institucional para articular esos esfuerzos, para convertirlos en política pública, en modelo nacional.
Colombia no necesita vencer a Argentina para validarse. Pero sí necesita construir una estructura que le permita competir con cualquiera, sin complejos. Porque el fútbol, como la educación, se gana primero en la base. Y si no cambiamos eso, seguiremos celebrando goles aislados… y lamentando eliminaciones anunciadas.
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